La madre sola

Documental que muestra las panalidades que tenía que pasar una mujer por el hecho de ser madre fuera del ámbito del matrimonio durante la dictadura franquista. Dirigido por Miguel Paredes y producido por Intermedia Producciones.

Huracán Karl

Imágenes grabadas durante el paso del huracán Karl por Veracruz.

Océanos infinitos

De la serie «Planeta azul», undocumental de la BBC sobre el fondo marino.

Cazadores de sombras

«Cazadores de sombras» son 16 fotógrafos españoles que exponen sus visiones del mundo entre luces y sombras.

A saber: Mario de Ayguavives, Sergio Belinchón, Tomy Ceballos, Javier Codesal, Manuel Esculsa, Pere Hormiguera, Amparo Garrido, Germán Gómez, Dionisio González, Anna Malagrida, Alicia Martín, Begoña Montalbán, Rafael Navarro, Concha Pérez, Xavier Ribas y Juan Urrios.

Nude

Naturaleza de los números

Meredith Monk

Meredith Monk es toda una institución por su técnica vocal. Aquí os dejo la primera parte de un vídeo realizado por Peter Greennaway sobre ella y otros grandes músicos americanos.

Operation: homecoming

Un documental titulado «Operation homecoming» sobre las familias americanas que han perdido algún ser querido en las guerras de Irak o Afganistán. Dirigidopor Richard E. Robbins

Buzos haciendo surf

Todos los sábados un trailer en tu canal de televisión favorito (o sea, éste, quiero decir, Kinoplastia TV). Hoy «Buzos haciendo surf» un largometraje documental sobre los Surfin’ Bichos, dirigido por Rogelio Abraldes. Hoy mismo, 14 de agosto, Fernando Alfaro y Joaquín Pascual van a estar tocando en el Sonorama de aranda de Duero. Y yo voy a estar allí. Ale.

No a la caza de ballenas

COPIO-PEGO de La Vanguardia: La Comisión Ballenera Internacional, en la que están representados 88 países, debatirá a partir de hoy (en su asamblea en Agadir, Marruecos) un acuerdo que plantea por primera vez desde 1986 que los países balleneros (Japón, Noruega e Islandia) dispongan de cupos limitados para cazar ballenas a cambio de cazar menos ejemplares que ahora y aceptar someterse al control internacional sobre sus actividades en el mar. La presidencia de la Comisión Ballenera ha elaborado un plan que permitiría reanudar la caza comercial de ballenas –sólo a Japón, Noruega e Islanda– durante 10 años, instaurando unas cuotas de 400 capturas de ballenas por año para Japón (durante los primeros cinco años, para reducirlas luego a 200 ejemplares por año). Hasta ahora, Japón se autoadjudicado cada año –sin respaldo de la legalidad mundial– unas 950 ballenas (850 rorcuales aliblancos y 100 rorcuales comunes), mientras que si se alcanzara el pacto podría capturar sólo la mitad en los próximos cincos años.

Si prospera la propuesta de la presidencia de la Comisión Ballenera, Marruecos, la actual moratoria en la caza de ballenas quedará desdibujada, porque el acuerdo legitimaría las actividades balleneras de Japón, Noruega e Islandia (que dejarían de ser países parias del acuerdo internacional). Sin embargo, como contrapartida, podría reducirse la presión sobre estas especies, la mayoría en peligro de extinción. Actualmente, se estima que sólo queda un millón de ballenas, una quinta parte de las que había antes de emprenderse su caza industrial.

En cualquier caso, la nueva estrategia supondría un giro copernicano en los planes establecidos hasta ahora para proteger las ballenas, basados en la moratoria que entró en vigor en 1986, y que ha sido considerada una solución clave para recuperar las esperanzas en la recuperación de estos cetáceos. Pero ahora, el objetivo pasaría por cazar menos.

A tan rocambolesca situación se ha llegado porque Japón, Noruega e Islandia han boicoteado la moratoria de forma continuada. Japón ha seguido cazando cada año –y sin control– cientos de ballenas en la reserva del océano Antártico –creado en 1994–, invocando de manera fraudulenta que eran capturas «con fines científicos» (para conocer su biología…), mientras que Noruega e Islandia han planteado objeciones formales como excusa para romper también la baraja y hacer caso omiso a la moratoria (aunque sus capturas son muy inferiores). Y así se ha alimentado un pequeño mercado de carne, que ha supuesto la caza de unas 30.000 ballenas (sobre todo, el rorcual aliblanco, rorcual común o rorcual boreal).

Solución pragmática
El acuerdo en ciernes se presenta como una solución pragmática ante el equilibro de fuerzas entre países proteccionistas y partidarios de reanudar la caza: una situación de bloqueo que ha llevado los últimos años a la comisión a un callejón sin salida. Además, en los últimos años los posiciones de los países proteccionistas se han debilitado, mientras que han ganado terreno los partidarios de la vuelta a los arpones, encabezados por Japón. Revertir la moratoria requeriría el apoyo de dos terceras partes de la Comisión Ballenera, pero «Japón ha ido comprando el voto con dinero y acuerdos de cooperación de pequeños países que ni siquiera tienen intereses balleneros pero están en la comisión», según critica Luis Suárez, responsable del programa de especies de WWF. Por tanto, era previsible que pronto se produjera un vuelco.

Acabar con el bloqueo
«En todos estos años, se ha producido una inacabable partida de ping-pong; la falta de mayorías en los dos bandos ha conducido a un bloqueo de las iniciativas de la Comisión Ballenera, lo que ha impedido también establecer un control de las cuotas de capturas sobre bases científicas; y todo por la postura obstruccionista de Japón», dice Luis Suárez. El borrador de acuerdo en discusión determina que los cupos máximos de capturas para los próximos diez años deberán ser «significativamente menores que las capturas actuales» y serán «determinados usando la mejor asesoría científica disponible». Si se alcanza el pacto, toda la caza autorizada estaría bajo el control de la Comisión Ballenera, de manera que, a cambio, habría controles efectivos sobre las actividades de los países balleneros (con observadores vigía en algunos barcos o controles sobre el origen de la carne consumida). La caza de ballenas se limitaría exclusivamente a aquellos países miembros que actualmente capturan ballenas; pero también se respetaría la caza de ballenas en pequeñas cantidades para las poblaciones aborígenes.

Sobornos y corrupción
Sin embargo, Japón es el centro de la diana de las críticas lanzadas por la prensa inglesa, que ha venido denunciando estos días los sobornos practicados para intentar que una mayoría de países de la Comisión Ballenera Internacional se avenga a sus posiciones favorables a una reanudación de la caza comercial de ballenas. En medio de estas sospechas de corrupción, se inicia hoy en Agadir (Marruecos) una asamblea que puede ser histórica, puesto que puede acabar con la actual moratoria en la caza de ballenas, que rige desde 1986. Japón sería la gran beneficiada de la decisión. Pero la prensa inglesa ha denunciado que Japón no juega limpio. Y se acrecientan las sospechas de que ha comprado votos de pequeños países para ganar posiciones en esta cumbre decisiva.

The Sunday Times reveló ayer que una sociedad ligada a un hombre de negocios japonés (Hideuki Harry Wakasa), ha pagado la factura del hotel de Agadir del presidente de la asamblea de la Comision Ballenera Internacional, Anthony Liverpool, lo que pone en cuestión su imparcialidad en la negociación. Liverpool, el embajador de Antigua en Japón, no negó que esta sociedad hubiera pagado la factura –sí insistió en que no había sido el gobierno nipón–, pero no pudo defenderse de las críticas por incumplir la norma según la cual los gastos de cada miembro de la comisión deben ser pagados por el gobierno de su país.

El diario británico ya expuso la semana pasada que Japón estaba comprando votos de los representantes de pequeños países del Caribe y de África a cambio de promesas de ayuda al desarrollo, dinero y prostitutas.

Posición ecologista
Los ecologistas no han rechazado de pleno el plan, pero ponen fuertes condiciones para aceptalos. «Si se acepta este plan, se abrirá la puerta a que continúe la caza en el futuro con nueva cuotas y se da argumentos a los países balleneros, con el riesgo de que siga la caza ilegal. La comisión debería haber parado los pies de golpe a Japón», dice Celia Ojeda, de la campaña de océanos de Greenpeace.

Por su parte, la organización WWF pide que se elimine el concepto de caza por «motivos científicos» y que se respete el santuario del océano Antártico, entre otras condiciones para apoyar el plan. También exige que no se incluya entre las cuotas de caza las especies amenazadas y que la carne sólo vaya al mercado nacional «para reducir poco a poco su consumo».

Japón defiende la caza de ballenas con el argumento de que estas destruyen recursos pesqueros necesarios para el hombre y además juzga irrenunciables las capturas en el océano Antártico, dada la tradición alimentaria de este país. La UE pide mantener la moratoria en los mares del Norte y fijar en el sur un «calendario de reducción y eliminación de capturas manteniendo los santuarios actualmente reconocidos». La UE se muestra dividida, pero es mayoritaria la idea de que no debe aceptarse que Dinamarca pueda cazar nuevas especies de ballenas.